Cómo perder oportunidades de venta

O cuando consigues que las ventas llamen a tu puerta, los compradores entren en tu casa y le invitas a que se vayan sin comprar.

Hace unos años, la empresa para la que trabajaba compró las cestas de Navidad en una charcutería cercana a la oficina. Charcutería buena, en calidad, en atención, se notaba que el dueño amaba su profesión y sabía lo que hacía. ¿O quizá no tanto?

Las cestas de Navidad de esta empresa, siempre, siempre, tenían una paletilla de jamón.

Yo no soy de tener la pata de un cerdo puesta en la encimera de mi cocina e ir cortando lonchas de cualquier manera y la peor de las destrezas (la mía). No me gusta destrozar un manjar como un jamón curado, de esa manera.

Así que suelo pedir a mi charcutero de confianza (todo el mundo debería tener un charcutero de confianza, si no lo tienes dímelo y te presento al mío) que me lo corte y envase al vacío.

Sin embargo, ese año, la charcutería que le vendió a la empresa las cestas de Navidad, incluyó una tarjeta en la que, por únicamente 5€, me cortaba y envasaba al vacío la paletilla entera. (mi charcutero de confianza, Pablo, me cobraba 20€).

Y a todo esto, yo pensé «qué jugada maestra; atraes con una oferta de este calibre a un montón de clientes que trabajan cerca y viven lejos y los enamoras de tu tienda, estupendamente dispuesta y de tu gran conocimiento del sector, para que pasen a ser clientes habituales y te compren semana sí y semana también. MAGISTRAL«.

Y una mierda.

Pensé que no iba a comprar ni una loncha de mortadela, si el charcutero no hacía el más mínimo gesto de venderme algo.

Y me tuve que esforzar, porque ya digo que todo en la tienda tenía un aspecto buenísimo y el dependiente y dueño del negocio, controlaba cantidad de los productos, se los presentaba espectacularmente a la clientela habitual y servía de forma exquisita.

Cuatro visitas y más de un mes después (en realidad, varios años, porque a día de hoy, el resultado sigue siendo el mismo) no he comprado un céntimo de euro en esa charcutería.

Y no porque el género no me pareciera bueno.

La verdad es que todos los productos parecían excelentes.

La tienda estaba decorada con muy buen gusto y una apariencia moderna y agradable.

Las atención era muy buena y se notaba que el charcutero, joven y dinámico, estaba bien formado, disfrutaba con su trabajo y seleccionaba buen género.

Pero no tenía ninguna intención de venderme.

Ni un poco.

Nada.

Ni lo más mínimo.

Ni un puñetero céntimo de euro.

Bueno, salvo los 5 irrisorios euros de cortar la paletilla y envasarla al vacío.

Ni siquiera me comentó algún producto o me preguntó por mis gustos.

Y, yo, deseando comprarle.

Deseando, de verdad.

Como he dicho, visité la tienda cuatro veces, porque en navidades había mucha faena y tuve que llevar la paletilla dos veces (la primera no me la pudo coger) y fui dos veces a recogerla, porque se retrasó la preparación.

Además, hablé con el charcutero por teléfono en varias ocasiones para gestionar la entrega y la recogida.

En ninguna de las conversaciones, ni en persona, ni por teléfono, me dijo alguna vez una frase tan simple como:

«¿Quieres algo más?«

Resulta que el tío había conseguido lo más difícil. Había conseguido que una gran variedad de personas que nunca jamás habrían entrado en su tienda, porque no sabíamos ni de su existencia, fuéramos, no una, sino varias veces.

Y no intentó vendernos nada más.

Na-da.

Como persona que me dedico a las ventas, sé lo complicado que es conseguir reunirte con un potencial cliente y, mucho más, con la persona que decide comparte a ti o otra persona.

Por eso, me irrita sobremanera que alguien sea capaz de generar oportunidades tan claras y, sin embargo, las deje pasar, como si nada.

Y este tío, no solo consiguió multiplicar la afluencia a su tienda durante un periodo de alto gasto como la Navidad, si no que desperdició gran parte de esa atención, no dedicando una mínima atención a las necesidades/gustos de sus clientes.

Y ya, ni hablar de fidelizar, claro. Una buena cantidad de personas de otros lugares, que no conocían su negocio y que podrían haberse convertido en clientes habituales.

De locos.

Puedes ver todas mis entradas sobre ventas aquí.

¿Os habéis encontrado en situaciones parecidas? ¿Os resulta complicado generar oportunidades de negocio? ¿Dejáis pasar oportunidades? ¿Conocéis de alguien que sea capaz de generar oportunidades y dejarlas pasara como este charcutero?


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